Menudo momento a escogido Sunil, el oficial de enlace, para ponerse puntilloso. Por supuesto, pinta en esta montaña lo mismo que yo de vacaciones por el Caribe. Lleva 2 noches sin pegar ojo y está claro que la altura le está haciendo sufrir.
Son las 6 de la mañana cuando, tras una breve y sencilla Puya (ceremonias de bendición del C.B.) oficiada por KonChok, nos disponemos a salir para arriba.
Sunil está de pie, delante de su tienda. Tiembla de frío y nos dice que ha estado toda la noche ahuyentando a un Oso que merodeaba por su tienda. ¡Hombre!, los osos serán todo lo plantígrados que tú quieras, pero tontos, lo que se dice tontos, no son y dudo mucho de que habiendo allá abajo un fértil valle de verdor y carne fresca, suba hasta un lugar como este en el que no hay otra cosa que hielo y rocas.
En fin, el caso es que está, bastante crispado y decide que se va a bajar a Tongul y que se lleva el teléfono satélite con él, que esto es Kachemira y que está prohibido.
Mientras esperamos de pie, con las mochilas cargadas a la espalda, Felipe y nuestro Shirdar mantienen una complicada negociación con nuestro amigo Indio. Tras unos larguísimos minutos de intercambios de pareceres, da su brazo a torcer y decide marcharse pero, nos deja el teléfono. Asuntos burocráticos resueltos, nos ponemos en marcha hacia nuestro altivo y oculto pico.
Aquí no hay transición que valga y, desde las mismas tiendas del Base, entramos directamente en la vía de la montaña.
Al final de la jornada nos enteramos de que esas plataformas que hemos visto al final del espolón rocoso por el que transita la ruta, son el C.I. Nosotros ni siquiera nos planteamos interpretarlo como tal y seguimos hacia adelante. Una gran pendiente nieve de 200m de desnivel nos corta el paso, encajonada entre enormes paredones de Sheracs que rompen a ambos de ella. Instalamos 80m de cuerda en la pendiente y, tras una zona de ocultas grietas, nos adentramos en un inmenso Plateau de nieve.
El Kun primero, y el Nun después, han aparecido ante nosotros, escabullendo continuamente sus cimas entre nubes que llegan del Sur y que nos traen alguna que otra débil nevada.
El Nun es sencilla y llanamente espectacular, y ya vislumbramos, o intuimos más bien, por donde discurrirá la ruta en la zona alta de la montaña.
Descansamos unos instantes en lo que es el C.II a 5500m de altitud e iniciamos el retorno al C.B., al que llegamos muy cansados pero, enormemente ilusionados: tenemos casi todo el equipamiento para escalar la montaña en el C.II. Hemos realizado un enorme esfuerzo de apertura de vía y de porteo, y toda la ruta hacia la cima es bien visible desde este punto.
La filosofía del grupo es bien sencilla: colocar el mínimo de cuerda fija en la ruta y hacer una ascensión lo más ligera y rápida posible. No nos seduce nada la idea de atravesar este infinito Plateau de nieve ni una sola vez más de lo estrictamente necesario pues, con calor, este lugar puede llegar a ser demoledor para todos nosotros.
Las cosas se van aclarando poco a poco. Hemos desentumecido nuestros músculos, la montaña se nos ha mostrado ante nuestro ojos y yo, vuelvo a sentir esa agradable sensación de transportar mi mente, mientras camino, hacia lugares y personas con las que me encuentro a gusto.
Aquí me encuentro en un lugar al que yo he decidido venir por propia voluntad, sabiendo que, cuando llegan momentos en los que hay que agachar la cabeza para poder soportar momentos duros, quienes ocupáis un lugar destacado en mi corazón, hacéis, si saberlo, que todo resulte más sencillo. Un fuerte grito de reconocimiento desde este recóndito lugar.